Pintar el día...
- mislatidosencadate
- 8 ene 2024
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Llamo a las Palabras para pintar el día. Vendrán. Vienen. Seguramente lo nuestro quedará en las antípodas de un óleo o acuarela. Pero ellas responden a mi llamado; otro u otra podrá cambiar los códigos para crear el cuadro, la obra pictórica.
Desordenadamente aparecen: follaje, paredón verde, frente de una barda, río, mujer enamorada del río, Paz, hormigas, escarabajo, soledad y compañía, verano, brazo del Limay, piedras, Sol, frescura.
Entonces… llega ella. El Sol ardiente la lleva hasta el brazo del Limay, que fluye de suroeste a este. Su frescura la armoniza. Sol y río la conquistan; confortables piedras le ofrecen una manta en la costa. La acepta y desde allí contempla el sur: el follaje, un paredón verde por el que una barda asoma un pedacito de frente hacia el oeste.
Paz la observa, se sienta a su lado. Alguien podría decir: cuánta soledad. Pero la mujer está con ella, siempre disfruta de su propia compañía. Además, varias hormigas negras decidieron estar a su lado, o ella se sentó sobre un hormiguero. Está tan feliz que no le importa. Se siente San Francisco de Asís. También se acerca un escarabajo. Parece que ingresará en sus pertenencias, así que toma un palito y lo eleva por los aires a menos de un metro de distancia. El pobre ser queda patas para arriba. No reacciona. Se siente criminal. Lo creía fuerte, pensó que su acción no lo lastimaría, pero pasan los minutos y él no se mueve. Un sentimiento de culpa, de arrepentimiento la invade. Decide levantarse para ver su estado, si puede ayudarlo y, antes de que se incorpore, lo hace él, quien sigue, tranquilo, otro rumbo. Ella piensa en la Rana, se parece tanto a ese escarabajo.
Es verano. Esa mujer enamorada del río se libera del barbijo.
Fragmento del diario poético

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