Maquinchao
- mislatidosencadate
- 5 dic 2023
- 1 Min. de lectura

Soy hijo de la estepa, hijo del viento.
Tengo en mis genes pedregal y nieve.
Otrora torturado, me bañaron
con la sangre de mis hijos.
Todavía resuenan sus pisadas de cautivos
en mi ser.
Me velaron la voz, pusieron voces nuevas
en mi boca.
Y, aunque abandonado luego, ignorado por décadas,
resistí y resisto.
Sucumbir, jamás.
Mi cuerpo es fuerte, sobre mi seca piel
bálsamos silvestres mitigan mis pesares
de tehuelche y de mapuche despreciado, vejado,
de padre sufriente por hijos perseguidos:
Inacayal, Chagallo, Foyel, y tantos otros…
Soy hijo de la estepa, hijo del viento.
Tengo en mis genes pedregal y nieve.
Y el viento insufló en mi ser aires ancestrales traídos del Oriente,
y aires del viejo continente.
Así recalaron en mis brazos, siempre abiertos,
mis hijos gringos, apodados turcos, tanos, vascos y gallegos.
Tormentosa filiación, espinoso implante
en mi maltrecho cuerpo.
Hubo días funestos para mí,
Vidrios rotos, punzantes brotaron
de mis ojos.
Pero soy hijo del viento, tengo su fuerza.
Soy hijo de la estepa, dispuesto, como ella,
a rezumar.
Amalgama perfecta. Renovación.
Sobreviviente soy.
Yo resurjo en preciados vellones.
en mi flora, en mi fauna silvestre.
Y en mi estirpe, en mi prole mestiza,

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